El dióxido de carbono o CO2 es uno de los parámetros que determinan el rendimiento en un cultivo interior de marihuana. En la naturaleza el CO2 se encuentra a unos niveles estándar que varían entre las 400 y las 600 ppm, según estemos en el campo o en la ciudad, sea de día o de noche.
Sin embargo cuando el Cannabis sativa evolucionó y se diferenció como especie, la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera era mucho más alta. Por este motivo las plantas responden bien a la fertilización carbónica, aumentando su tasa fotosintetica y con ello el rendimiento de los cultivos.
Cuando se cultiva con dióxido de carbono podemos llegar hasta concentraciones de 2000 ppm, aunque con 1200 ppm se logran grandes rendimientos, sin alargar el ciclo de cultivo. Siempre que se suplementa un cultivo con CO2, los extractores deben mantenerse apagados para no perderlo, y mantener la temperatura alrededor de 30 grados centígrados (durante la fase luminosa). De esta manera el rendimiento de las plantas será máximo y no estaremos desperdiciando el gas carbónico.
